lunes, 31 de marzo de 2008

Niños salvajes I: El caso de Gennie


Genie nació el 18 de abril de 1957. Vivía con sus padres, Irene y Clark Wiley, y su hermano mayor, John. La madre tenía una ceguera bastante avanzada debido a las cataratas que sufría y a su retina desprendida. Clark era un hombre violento y depresivo que pegaba frecuentemente a su esposa.

Un médico familiar consideró que quizás la niña tuviese un posible retraso mental. Clark, temiendo que las autoridades le quitaran a su hija, decidió recluirla en la casa.


Hasta los 13 años, Genie sólo tuvo contacto con su padre. Permanecía encerrada en su cuarto, vestida únicamente con un pañal y atada a una silla-orinal (”potty chair” o silla entrenadora). De noche, el padre la ataba y la dejaba en una jaula hecha de alambre y madera, dentro de una bolsa de dormir. A veces se le olvidaba hacerlo y la niña pasaba la noche en la silla sin abrigo. No podía emitir ningún sonido. Si lo hacía, Clark la golpeaba o la asustaba. Genie no sabía comer ni ir al baño por sí sola. Los alimentos (comida de bebé, cereales y huevos cocidos) se los daba el padre. El cuarto de Genie, sin juguetes ni adornos, tenía las ventanas tapadas, sólo había un pequeño hueco en la parte superior de los cristales. La niña, durante 13 años, podía ver exclusivamente 5 centímetros de cielo y parte de la casa del vecino.


En 1970, Irene consiguió escapar con sus hijos.


La niña fue internada en el Children’s Hospital de Los Ángeles. Andaba de forma extraña, escupía, casi no emitía sonidos y se masturbaba en público. Los médicos comenzaron a enseñarle a vestirse sola y a responder a algunas preguntas. Los especialistas que la estudiaban no estaban de acuerdo sobre los avances que se lograrían en el comportamiento y en el lenguaje de Genie. Unos médicos opinaban que el lenguaje no es producto de la civilización sino que es innato en el ser humano y que, por tanto, podría aprenderlo. Otros, sostenían que hay cierto umbral del desarrollo en que el cerebro puede aprender tareas como el lenguaje. Cuando se supera ese tiempo, no es posible enseñarlo.
La Dra. Jeanne Butler, que recibió ayudas económicas del gobierno para estudiar a Genie, se la llevó a su casa. Intentó proporcionarle a Genie un medio ambiente agradable y familiar y no permitía visitas de parte del equipo que en un principio se ocupó de la niña. Sus detractores la acusaron de utilizar a la niña , buscando la fama a costa de ella. La doctora siempre se defendió afirmando que su interés era altruista. Lo cierto es que su petición para adoptarla legalmente fue rechazada y la niña regresó al hospital. No mejoró de esta manera la situación de la pobre Genie, que volvió a estar rodeada de un equipo de terapeutas que la consideraban más un objeto de estudio que un ser humano.
Posteriormente, David Rigler y su esposa Marilyn se hicieron cargo de la pequeña. Permaneció con ellos cuatro años. Durante este tiempo, la niña aprendió a sonreír, lo básico del lenguaje de señas, algunas frases cortas y a hacer dibujos sencillos.


Genie, después de un juicio, fue entregada a su madre, que se había operado la vista. Ésta pronto se dio cuenta de que le resultaba muy difícil cuidar a su hija y la dio en adopción. Genie pasó por seis familias adoptivas diferentes. Algunas de ellas la maltrataron y experimentó regresiones. En uno de estos hogares, después de ser duramente castigada por vomitar, dejó de hablar porque tenía miedo de abrir la boca.



Fuente: Wikipedia; Ovejas eléctricas

lunes, 24 de marzo de 2008

Mantendrán el ADN de difuntos como herencia genética

Una empresa y una funeraria de Madrid acuerdan obtener el ADN de difuntos para preservar su herencia genética

(El País) - La compañia funeraria Parcesa Parques de la Paz de Madrid y laboratorios ADF TecnoGen han firmado un acuerdo para poder ofrecer a las familias la posibilidad de obtener y preservar el ADN de las personas fallecidas de modo que pueda ser usado con fines terapéuticos o de prevención de enfermedades o bien en pruebas de filiación genética.
Según informó la compañía de análisis genéticos en un comunicado, a través de este convenio, "Parcesa ofrecerá este innovador servicio a todos sus clientes y usuarios, como un valor añadido más de los que actualmente ofrece" en tanto que ADF TecnoGen asumirá el compromiso de "garantizar técnica y jurídicamente la conservación de este ADN, ofreciendo a los familiares la posibilidad de guardar ADN extraído y cuantificado procedente de una muestra biológica del difunto, con objeto de preservar su información genética para el futuro".
La compañía de tecnología genética y molecular destacó las ventajas de este servicio al señalar su procedencia tanto en caso de incineración como de inhumación tradicional ya que, en el primer caso, "se pierde para siempre la información genética de esa persona" y en el otro, "se evitarían futuras exhumaciones para extraer la muestra de ADN".
Asimismo, ADF TecnoGen destacó la importancia de conservar el ADN y los usos actuales y potenciales de la información genética destacando que "los avances que se están realizando en el campo del diagnóstico molecular, permitirán estudiar enfermedades hereditarias que actualmente no son susceptibles de estudios moleculares, bien por desconocimiento o bien por la falta de herramientas diagnósticas adecuadas, lo que ofrece una excelente fuente de información para el desarrollo de tratamientos preventivos a familiares con enfermedades hereditarias".
Otra aplicación médica y legal que puede tener el ADN conservado del difunto, señala la misma fuente, es en "futuras pruebas de identificación, necesarias para casos de reclamaciones ilegítimas de patrimonios o futuras pruebas de filiación". La empresa resaltó además que "la confidencialidad queda garantizada ya que sólo la persona que figure registrada como solicitante o sus descendientes autorizados, podrán acceder a la información".



Aportado por Eduardo J. Carletti

miércoles, 5 de marzo de 2008

y sin embargo


La palabra "pero" es una de las trampas del lenguaje. Cuando digo pero intento invalidar total o parcialmente lo que dije antes.

"Yo no tengo nada en contra de los negros, pero..." Y, antes de seguir escuchando, yo ya sé que quien dice esto tiene algo en contra de los negros.


Cada vez que me encuentro diciendo un pero trato de reemplazarlo por y además. Si el reemplazo encaja, entonces elijo esta otra forma de decirlo. Si no encaja, entonces hay dos posibilidades: o la primera parte de la frase no es l que quiero decir o voluntariamente estoy tratando de invalidarla, quizás para enfatizar la segunda, quizás para hacer una aseveración paradójica.


Todo sucede como si el lenguaje exterior, el que solemos usar para comunicarnos con los demás, no siempre fuera el reflejo fiel de lo aparentemente quiero decir.


A VECES, YO SOY YO Y MI LENGUAJE ES MI DISFRAZ


Por ejemplo, si me disfrazo digo: "A veces, la agresividad perturba a cualquiera"

Fíjate en la indefinición, la ambigüedad: "A veces" ¿cuándo?; la agresividad ¿de quién?¿con quién?; perturba ¿qué hace?; a cualquiera ¿a quién?.


Otro ejemplo. Te digo: "¿Tienes ganas de tomar un café? en lugar de "Quiero tomar un café contigo"


¿Para qué hago estas cosas? Quiero que los demás me quieran, que me aprueben, que me acepten, que estén contentos de conocer a una persona tan agradable y gentil como yo. Tengo miedo a que me rechacen, que me abandonen, que me critiquen, que no me quieran.

Y entonces, abro el baúl de los recursos y me disfrazo.(...) Y si lo hago bien quizás ni siquiera te des cuenta y creas que te estás relacionando conmigo.


Un día yo me doy cuenta y empiezo a echarte de menos. Quiero que contactes conmigo...conmigo de verdad.(...)Y me quito el disfraz. Ahora sí. Ahora soy yo.


Es cierto. Ahora muchas más personas me rechazan y también es cierto que muchas menos personas me quieren, pero (y aquí sí sirve el pero) cuando te encuentro a ti, que me aceptas tal como soy...


¡NO TE DISFRACES PARA MÍ! ¡LO QUE YO QUIERO ES ESTAR CONTIGO!




No quiero adjudicarme estas palabras; no son mías. Es un fragmento de Bucay en Cartas para Claudia.

Pensé en hacer una reflexión sobre ello, pero creo que no podría añadir nada útil. Solo una cosa: leedlo otra vez.